
La CEA formuló las siguientes críticas de fondo a los llamados Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral, implementación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral.
La Conferencia Episcopal Argentina (CEA), a través de su Comisión
Episcopal de Educación Católica, rechazó los Lineamientos Curriculares
para la Educación Sexual Integral en las escuelas, recientemente
aprobados por el Consejo Federal de Educación, por considerar que su
carácter obligatorio “no deja mayor margen de acción a los padres para
objetar aquellos contenidos que pudiesen atentar contra sus convicciones
religiosas y morales”, y cuestionó que muchos de los aportes hechos por
la Iglesia, en el debate previo, “no fueran incluidos” y otros quedaron
“sumamente desdibujados, lo cual nos lleva a no compartir planteos y
formulaciones de relevancia relacionados con la concepción y la forma
como en las escuelas debe ser abordada la educación de la sexualidad”.
Además, advierten los obispos, “la aprobación de los lineamientos
curriculares como ‘piso común obligatorio’ para implementar la educación
sexual integral en todas las escuelas del país, socava los ámbitos
propios de decisión de las instituciones educativas y de las
jurisdicciones. No se advierte cómo adaptará cada comunidad educativa
los aprendizajes a su ideario institucional y a las convicciones de sus
miembros, tal como prevé la misma ley sí aquellos, aprobados como pautas
comunes obligatorios, los contradicen, debilitan u omiten”.
La CEA formuló las siguientes críticas de fondo a los llamados
Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral,
implementación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, (Ley
Nacional n° 26.150)
1. Omite el ordenamiento de la sexualidad humana al
amor, oscureciendo el sentido de la complementariedad física, espiritual
y moral del hombre y de la mujer y soslaya la concepción del matrimonio
como una opción de vida.
2. Omite el rol de la familia como agente natural y
primario de la educación de sus hijos y sus consecuentes derechos,
reconocidos en nuestra Constitución y en la ley de Educación Nacional,
aunque reconoce la necesidad de su participación. El carácter de
obligatoriedad de los lineamentos, no deja mayor margen de acción a los
padres para objetar aquellos contenidos que pudiesen atentar contra sus
convicciones religiosas y morales.
3. Sobredimensiona el modelo biológico-higienista al
proponer como eje prioritario la promoción de la salud en general y
reproductiva en particular.
4. Presenta como derecho fundamental de niños/as y
adolescentes el acceso a los métodos anticonceptivos y prevé
aprendizajes para que los menores hagan exigible ese derecho, sin
mencionar que tal derecho se inscribe en el marco del ejercicio de los
derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad, tal como
prescribe la Ley 25.673 de salud sexual y procreación responsable.
5. Minimiza la dimensión ética de la sexualidad centrada en valores y virtudes morales.
6. Enfatiza el uso único y obligatorio de elementos de
prevención para evitar el contagio del HIV-SIDA que, además de ser
moralmente objetables, han producido resultados negativos e
insuficientes en todo el mundo. Al mismo tiempo, se omite por completo
la educación en la abstinencia y en la fidelidad mutua como conductas
preventivas del contagio del HIV- SIDA, a pesar de que en la actualidad
tienen prioridad para los más destacados especialistas médicos como es
de público conocimiento.
7. Concibe la identidad sexual como una construcción
socio-histórico-cultural, relegando el hecho de que la persona humana
desde su concepción biológica es sexuada, varón o mujer. (n. de la r.:
ideología de género).
8. La aprobación de los lineamientos curriculares como
“piso común obligatorio” para implementar la educación sexual integral
en todas las escuelas del país, socava los ámbitos propios de decisión
de las instituciones educativas y de las jurisdicciones. No se advierte
cómo adaptará cada comunidad educativa los aprendizajes a su ideario
institucional y a las convicciones de sus miembros, tal como prevé la
misma ley sí aquellos, aprobados como pautas comunes obligatorios, los
contradicen, debilitan u omiten.
Por último, los obispos exhortaron a todo cristiano y hombre de buena
voluntad, especialmente a padres y educadores, a “asumir la
responsabilidad que les cabe en esta instancia”.
Los miembros de la Comisión de Educación Católica de la CEA son: Mons.
Guillermo Garlatti, arzobispo de Bahía Blanca (presidente); Mons. Mario
L. Maulión, arzobispo de Paraná; Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La
Plata; Mons. Roberto Rodríguez, obispo de La Rioja; Mons. Jorge L. Lona,
obispo de San Luis y Mons. Mario Poli, obispo auxiliar de Buenos Aires.