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Primer Anuncio y Catequesis Permanente

Ante una primera lectura podemos resistirnos a este binomio. En el proceso evangelizador que tradicionalmente conocemos el Primer Anuncio está “bien lejos” de la Catequesis Permanente.

El DGC en su número 49 nos enseña: “El proceso evangelizador…está estructurado en etapas o momentos esenciales: la acción misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético – iniciatoria para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar su iniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de la comunidad cristiana…”

Por otro lado, se ve la conveniencia de precisar el significado que atribuimos a la expresión “catequesis permanente”.De hecho, el DGC, refiriéndose a la Evangelización, expresa hacia el final del Nº 48”…Inicia en la fe cristiana, mediante la catequesis y los sacramentos de iniciación, a los que convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana. Alimenta constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la educación permanente de la fe (homilía, otras formas del ministerio de la Palabra), los sacramentos y el ejercicio de la caridad…


Hay razones de diversa índole que legitiman las expresiones “educación permanente de la fe” o “catequesis permanente”, a condición de que no se relativice el carácter prioritario, fundante, estructurante y específico de la catequesis en cuanto iniciación básica. La expresión “educación permanente de la fe” se generalizó en la actividad catequética, a partir del Concilio Vaticano II, para indicar solamente un segundo grado de catequesis, posterior a la catequesis de iniciación, y no como la totalidad de la acción catequizadora.2 Los Obispos en Aparecida optan por la expresión “catequesis permanente” y se refieren a itinerarios catequísticos permanentes que se extiendan desde la infancia hasta la ancianidad.3

Una vez planteadas estas cuestiones volvemos al binomio inicial y, para resolverlo, retomamos algunos argumentos que presentamos en los HN anteriores:

En un contexto cultural pluri-étnico y pluri-religioso, el cristianismo no es ya la opción social que se realizaba, casi espontáneamente, en la confluencia de la socialización religiosa y cultural. Hoy “la propuesta cristiana se ha convertido en una más entre tantas y debe, por lo tanto, presentarse de modo tal que sea capaz de mostrar su validez y su credibilidad”4

La catequesis se concebía en términos de “proceso continuo de catequización”, que suponía una continuidad en un camino jalonado de “etapas” adecuadas a las distintas edades, en el que los sacramentos se insertaban como “momentos” fuertes en el seno de una continuidad sin interrupciones.

El hombre y la mujer de hoy se acercan a la Iglesia, en la mayoría de los casos, con una solicitud puntual, por ejemplo el pedido de un sacramento. A veces, regresan después de mucho tiempo, sin fe o con una fe pequeña y “olvidada”… Se encuentran con un dispositivo pastoral que parece no tener en cuenta la falta de continuidad y que consiste en un proceso diseñado para los que tienen fe. Se produce, entonces, la gran dicotomía entre la solicitud de los destinatarios y lo que la Iglesia se dispone a darles. Sus propósitos son muy diferentes: la Iglesia ofrece el crecimiento en la fe y la inserción en Cristo y en la comunidad y los destinatarios piden, en cambio, “ritos de paso” de orden social. La catequesis queda, de este modo, reducida, a un paso obligatorio anterior a la recepción de un sacramento.

El Primer Anuncio ha de estar presente en el contenido de la catequesis permanente y, sobre todo, en el modo en que se realiza el anuncio. Reiteramos aquello que dijimos más de una vez: todo anuncio debe transparentar el Primer Anuncio. Incluso después de la conversión primera. Todo el Ministerio de la Palabra debería estar animado por la fuerza y la vitalidad del Kerigma, puesto que en él se funda cualquier otro anuncio evangélico.

Hoy las tierras de misión están lejos y, a la vez, están cerca. En la propia familia, en el lugar de trabajo, en la misma comunidad, en la ciudad, en el campo, en los hospitales, en las grandes empresas, en las escuelas…Tal vez ése era el ardor que pedía Juan Pablo II para la Nueva Evangelización: un anuncio siempre atravesado por la fuerza kerigmática de la Pascua.


¿Cómo es un anuncio en una catequesis permanente?
“Nos encontramos ante la tarea primera de seguir proponiendo el Evangelio como una fuerza para vivir; y hacerlo sin rebajar lo que tiene de tajante, de abrupto y desconcertante; como una Buena Noticia nueva y original en medio del mercado contemporáneo de sabidurías y valores. Proponer la fe no es embaucar; no es presuponer ni imponer; no es obligar, ni presionar. Es ofrecer, invitar, anunciar… y acoger, con respeto y serenidad, la posible aceptación o rechazo. Es necesario aprender a proponer la fe como invitación a vivir, como una fuerza para vivir y para dar sentido a la vida, para suscitar opciones y compromisos.”5

Porque Dios se revela siempre y se revela a los hombres y mujeres que creen, a quienes tienen una fe probada y a quienes tienen una fe más débil… Nadie conoce la medida de su fe… El Padre Bueno se revela y acompaña siempre… La complejidad de nuestras personalidades en las distintas edades de nuestra fe puede hacernos flaquear y Dios se hace presente para que, ante la propuesta de la fe como una fuerza para vivir y para dar sentido a la vida, podamos dar la respuesta de la fe.

Más de una vez, en los textos que les hemos propuesto desde nuestro sitio, compartimos esta clasificación como representativa de la diversidad de los adultos y también de los jóvenes que llegan a nuestras comunidades. Se trata de una clasificación que puede ser objetada y mejorada, pero la retomamos simplemente para seguir planteándonos el tema del modo en una catequesis permanente que transparenta el Primer Anuncio.

Creyentes no afiliados:
Son los que creen sin pertenecer. No se consideran parte de la institución, viven una fe individualista y acuden, a veces, a la comunidad eclesial con una búsqueda o solicitud puntual.

Tradicionalistas:
Han recibido la fe de sus padres por herencia. Son practicantes, pero sólo algunos están comprometidos con un proyecto comunitario de Evangelización.

Los que han vuelto a la religión:
No necesariamente a aquella de la que emigraron, y con un fuerte componente de elección, de acuerdo con sus gustos.

Los buscadores :
Pueblan el universo de los nuevos movimientos religiosos. A veces, quedan sujetos a situaciones de sincretismo que, generalmente, no advierten. No terminan de irse de la religión de sus padres, pero asumen las prácticas y creencias que les ofrecen los nuevos movimientos religiosos.

Los secularistas:
Que han sido absorbidos por la socialización cultural y que parecen no necesitar una búsqueda religiosa.

Los comprometidos con la propuesta de Jesús e iniciados en la fe:
Están en nuestras comunidades con el sincero deseo de crecer en una respuesta libre y consciente a esa propuesta.


El tema de la diversidad nos plantea la importancia de discernir con seriedad qué catequesis estamos haciendo o, mejor dicho, si estamos ante un proceso iniciático o ante un tramo del proceso vital de catequesis permanente. Por ejemplo, en un mismo grupo de catequesis familiar, podemos encontrarnos con personas que se están iniciando en la fe y otras que están continuando su proceso de educación permanente de la fe.

En ambos casos la dimensión kerigmática de la catequesis de iniciación y de la catequesis permanente puede hacer del grupo un verdadero espacio para compartir las diversas experiencias de fe, que se enriquecen mutuamente. Así mirada la diversidad en la conformación de los grupos, más que un desafío, puede ser considerado un elemento favorecedor, a la luz del Primer Anuncio que se deja percibir en todo anuncio del Evangelio y en todas las etapas de un itinerario catequístico permanente.




NOTAS
1. Cfr. AECA, “Hacia un nuevo paradigma de la Iniciación Cristiana hoy”, Ed. PPC, Madrid, 2008,pág. 56
2. Para profundizar en esta distinción, se puede leer la nota 135 del DGC y observar la distinción entre formación básica y formación permanente asumida por Juan Pablo II en la Pastores dabo vobis, cap V y VI, marzo de 1992.
3. Cfr. DA Nº 295 – 300
4. Cfr. Alberich, Emilio, “El nuevo paradigma de la catequesis”, en www.isca.org.ar/images/mail/58-alberich.doc
5. Cfr. AECA, “Hacia un nuevo paradigma de la Iniciación Cristiana hoy”, Ed. PPC, Madrid, 2008,pág. 55

Tomado de: https://es.catholic.net/op/articulos/1536/cat/68/primer-anuncio-y-catequesis-permanente.html#modal a la fecha de: 08/03/2021

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