Son muchos los jóvenes que escuchan la palabra vocación y piensan en el sacerdocio y en la vida religiosa. Ante este panorama, retumba un gran NO, sin antes conocer lo que realmente significa. Para algunos, es un “misterio” que no debe hablarse en las reuniones de la comunidad juvenil. Mientras que otros, actúan con indiferencia ante este tema. Pero si definiéramos la palabra vocación y lo que implica, podemos descubrir su belleza. Como animadores, debemos ser los que comencemos a buscar un poco más sobre este tema.
“La vocación es una cierta manera de vivir la vida, comprenderla y ordenarla como un servicio. Pero la llamada- origen de la vocación- no emana de la persona. Esta sólo puede recibirla y aceptarla libremente”
Felipe Santos
Catholic.net
Todos somos llamados a vivir con plenitud nuestra primera vocación: ser cristianos. Antes de ver a qué Dios nos llama particularmente, estamos invitados a testimoniar el Evangelio con nuestra propia vida (YouCat, 138). Por tal razón, es importante organizar una formación que ayude a los jóvenes a entender el por qué somos cristianos y cómo debemos comunicarlo. Estudiar la Biblia, conocer los documentos pontificios y profundizar en las enseñanzas de la Iglesia, son herramientas claves que fortalecen nuestro conocimiento en la Fe. También, el propiciar espacios de oración y experiencias en Jesucristo, ayudan a redescubrir que somos parte de una Iglesia viva y eficaz en su mensaje. A medida que atesoremos este llamado a vivir en y como Cristo, la vocación dejará de ser un misterio y se convertirá en motivo de alegría para nosotros.
“Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; antes que salieras del seno te consagré; como profeta de las gentes te constituí. Yo dije: “¡Ah, Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven!” Pero el Señor me respondió: “No digas: ¡soy joven!, porque adonde yo te envíe, irás; y todo lo que yo te ordene, dirás”.
Jeremías 1, 5-7
Por otra parte, la Pastoral Juvenil debe ser un camino que ayude al joven a descubrir su vocación particular. Ese llamado que puede ser al matrimonio, las misiones, el sacerdocio, la vida consagrada, etcétera. Lamentablemente, este tema se limita en muchas comunidades, a un “panel vocacional” cada tres años. No se trata de que en todas las reuniones hablemos de este tema únicamente. Pero la vocación particular debe trabajarse también de otras maneras y verse como un aspecto positivo. He aquí unos consejos que pueden ayudar:
1. Dar a conocer las vocaciones
Matrimonio, Sacedocio, Misiones, Comunidades, etc.
La Iglesia nos presenta una gama de vocaciones. Es importante dar a conocer y profundizar en ellas individualmente. Pero para esto debemos formarnos en el tema. El conocimiento correcto, puede animar a otros jóvenes a reflexionar y a seguir su llamado particular.
2. Comunicación activa con la pastoral vocacional
Muchas de nuestras diócesis cuentan con esta pastoral, otras están en desarrollo y otras no. Lo importante es conocer posibles personas que puedan asistirnos con este tema. La dirección espiritual ayuda en estos procesos: ¡vamos a promoverla entre los jóvenes! Crear una red de comunicación con otros, puede ser beneficiosa para nuestra comunidad juvenil.
3. Apoya las actividades vocacionales
Las experiencias en conventos, seminarios, con misioneros, etcétera, son buenas para ese discernimiento. Muchas actividades se promueven en las redes sociales y periódicos de nuestra Iglesia. Invitemos y animemos a nuestros jóvenes a disfrutar de las mismas.
4. Evitemos etiquetas
El discernimiento es un camino que toma tiempo y conlleva diversas experiencias. El miedo es un factor que influye mucho en este camino. Si al participar de un pasadía en el seminario, ya etiquetamos al joven como “cura”, el mismo puede apartarse para evitar el “sello”. Ayudemos al joven con palabras de aliento y no con comentarios fuera de lugar. Mas fomentemos el respeto en nuestras comunidades juveniles sobre este particular. Para que el joven siempre sienta el apoyo y la acogida de sus pares.
5. También nos toca reflexionar
En la comunidad, podemos servir a los jóvenes con muchas actividades. ¡Eso está muy bien! Pero trabajar con nuestro propio camino vocacional, también es importante. No temamos, es parte de nuestra función como animadores y cristianos.
Antes de dudar y “quejarnos” por la falta de vocaciones, debemos vernos como líderes y reflexionar si estamos colaborando en esta área. El Papa Francisco celebrará en octubre de 2018, el Sínodo de los Obispos con el tema: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. En su carta para los jóvenes, invita a que:
¡Escuchen ese grito que viene de lo más íntimo! También cuando adviertan, como el profeta Jeremías, la inexperiencia propia de la joven edad, Dios los estimula a ir donde Él los envía: «No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte».
Jeremías 1, 8
¿Somos ecos de estas palabras en nuestras comunidades juveniles? ¿Nos falta hablar un poco más de este tema? ¡Pues adelante! El Señor Jesucristo cuenta con nosotros para su obra. Promovamos más las vocaciones entre los jóvenes.